sábado, 23 de abril de 2011

[KP] Un día cualquiera en una empresa española

Blog de Tio Tizo:

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Un día cualquiera en una empresa española
20 abril 2011 a las 12:23 · Archivado en Estocadas and tagged: explotación
laboral, ineficacia política,injusticia social
Siete de la mañana. Llego a mi lugar del trabajo. Ante mí, un inmenso párking
plagado de furgonetas que ya ni pasan la ITV; sé que me asignarán una de ellas,
así como una caja de herramientas desprovista de la mitad de su contenido y un
móvil con un bajo límite de crédito en el que tendré que economizar
las llamadas
de trabajo porque si no acabaré pagando yo. Un día, lo sé, va a pasar una
desgracia. Espero pacientemente a que me faciliten el material y me asignen el
recorrido de hoy, pero los coordinadores reciben instrucciones contradictorias
del alto mando y no saben a qué atenerse: colijo que no fue por los
merecimientos académicos ni la capacidad personal por lo que esos mandamases
consiguieron sus puestos, y entretengo la espera en imaginar cuántos sobornos
habrán pagado y cuántos subalternos habrán pisoteado para llegar hasta ese
punto.
Son ya las ocho cuando salimos de la central, yo y mi compañero. Tenemos que ir
200 km más allá para recoger un componente con el que arreglar una antena
telefónica situada a otro centenar de kilómetros más. Kilómetros, gasolina. El
gepeese del vehículo apenas funciona y para encontrar la dirección de
Vilanova i
la Geltrú adonde tenemos que dirigirnos hemos de preguntar a l@s lugareñ@s, que
no parecen haber oído el nombre de esa calle en su vida. Llamamos a la central
y, desconcertados, nos hacen volver. Kilómetros, gasolina. Tiempo. En la sede,
el coordinador descubre, después de mucho interrogar a los altos mandos, que la
localidad en cuestión es en realidad Vilanova del Camí, pero al final acabamos
encontrando la calle en Vilanova del Vallés. Sobornos, pisotones. Kilómetros,
gasolina. Tiempo. El componente que teníamos que instalar no es el que se
necesita. El técnico, al que llamamos con nuestro móviles porque los de la
empresa no tienen cobertura, no tiene ni idea de qué puede ser la la causa del
estropicio: el alto mando no le ha permitido ir a investigar y solo puede
imaginarlo. Sobornos, pisotones. Y nosotros no tenemos ninguna noción, ni nos
han hecho ninguna formación, sobre ese tipo de averías, se limitaron a
contratarnos porque cobramos menos que un operario más especializado. Empezamos
a tocar conexiones y por casualidad acertamos y el problema se resuelve.
Abandono la caseta de la antena telefónica dejando suciedad, grifos
que gotean y
cables sueltos; me ofrezco a adecentarlo todo en un momento, ya que estamos
allí, pero mi compañero dice que la empresa no nos permite reparar nada más que
las urgencias. En breve tendremos que volver de nuevo. Kilómetros, gasolina.
Tiempo.
De vuelta a la central, porque no hay tiempo de nada más, tengo que hacer los
partes de averías y enviarlos a Madrid. Esta labor he de realizarla
fuera de las
horas de trabajo, empleando mi propio portátil y mi propia conexión a Internet,
porque la empresa no me los proporciona. Sentado en las escaleras,
naturalmente,
porque tampoco tienen para ninguno de nosotros una triste mesa de trabajo. De
pronto, me dicen que hay reunión improvisada. En ella nos cuentan que sobra
personal. Va a haber recortes. Cierran una de las sucursales y nosotros
tendremos que encargarnos también de ella. Kilómetros. Gasolina. Tiempo. Y esa
decisión han tenido que tomarla porque los operarios, debería darnos vergüenza,
gastamos, perjudicando a la empresa que tanto se preocupa por nosotros,
cantidades ingentes de kilómetros, gasolina, tiempo… Y además, y por si fuera
poco, se nos ve un poco desmotivadilllos.
Vuelvo a mi casa. Tomo un periódico gratuito que está sobre un asiento del
metro, leo que mi empresa, por cierto subcontratada por una famosa compañía de
telecomunicaciones (pero todas son iguales), está obteniendo unos beneficios
increíbles, subiendo como la espuma y expandiéndose por toda Hispanoamérica. Y
comprendo que es a costa de las mentiras que la empresa que les subcontrata
cuenta a sus clientes, a costa de los trabajadores, a costa de la cutrez
generalizada en esos servicios por los que no podemos protestar porque no
tenemos quien nos escuche. A costa de un gobierno que no impone estándares de
calidad en los productos ni mínimos de seguridad ni justicia laboral, al menos
en la práctica, y permite que la manera de enroquecerse sea siempre mediante
sobornos a los más poderosos y pisotones a l@s más débiles.

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